Es un secreto a voces que las buenas ideas nos llegan como destellos de lucidez, casi siempre cuando no las esperamos. De repente, lo sacude. Se le junta todo en la mente. Conecta los puntos. Se disipa la niebla y ve lo que tiene que hacer. Todo parece tan obvio. Un momento antes no tenía la menor idea. Y ahora ya la tiene. La intuición estratégica ha llegado.