Pocas son las investigaciones sobre aquello donde principalmente se apoya el arte del icono: la doctrina cristiana de la encarnación de Dios. Dios ha tomado un rostro humano y dicho rostro es el lugar privilegiado de su revelación. Sobre esta convicción se funda el arte de los iconos, no sólo en su temática, sino también en su técnica específica e inconfundible, que sólo pretende expresar este misterio. La fascinación que todavía hoy despierta el arte de los iconos deriva seguramente de este hecho. El presente volumen no es un libro más sobre iconos. No al menos como estudio histórico-artístico. El tema de la obra son los fundamentos sin los cuales ni existirían los iconos ni se podría entender el sentido de los mismos: los fundamentos teológicos, con mayor precisión, los cristológicos.