Burhanuddin Herrmann nos introduce en este libro en la esencia de la vía sufí, que está hecha de júbilo y alegría extática, sí, pero también de responsabilidades y elecciones rigurosas; porque, tal como el autor explica, el sufismo exige compromiso, dedicación absoluta y humor contagioso, éxtasis divino y conciencia de nuestro mortal destino, dulzura amorosa y rechazo insobornable de todo tipo de hipocresía.
A la mayoría de nosotros, el término sufismo nos remite a imágenes y palabras muy seductoras como los derviches danzantes o los versos mágicos de 374;al257;l al-D299;n R363;m299;. Sin embargo el sufismo es mucho más que un capítulo especialmente «estético» o «artístico» de la mística musulmana. Es una práctica religiosa viva y profunda, una pasión que lo invade todo, una forma de vivir y morir compartida por millones de personas. Constituye una antigua y, al mismo tiempo, actualísima «visión del mundo», en la que por «mundo» se entiende toda la creación, tejida de materia, alma y espíritu. El mundo de Dios o, dicho con más sencillez, del Uno, del único Dios en todas sus formas y manifestaciones.