Mauricio, una isla tropical, espléndida y solitaria en medio del océano Índico. Cien kilómetros de playas magníficas de arenas blancas, festoneadas por aguas azul pálido o esmeralda de la laguna marina sobre la que la isla parece posada. Arrecifes de coral poblados por millones de peces de colores. Paraíso de los deportes acuáticos, el submarinismo y la pesca de altura. Clima suave, Cocoteros y casuarinas al borde del mar, mares verdes de campos de caña de azúcar en el interior, enmarcados por una lujuriante vegetación dominada por picos dentados, restos de las explosiones de sus antiguos volcanes. Una población multirracial: indios, africanos, chinos y descendientes de europeos, fundidos en el deseo común de identidad mauriciana. Y sin ningún problema -ni racial ni de otro tipo-, todo lo contrario, un país muy seguro donde sus habitantes, muy educados y amables, acogen con interés y simpática inocencia al visitante. Por esas razones se denomina a Mauricio "La sonrisa del Índico".