Nuestros servicios de inteligencia han sido testigos excepcionales de una transición política llena de avatares y episodios controvertidos, cuya tramoya -y a veces hasta su misma escenografía- tampoco les fue ajena. Pero, además, han seguido ejerciendo un insano protagonismo, a menudo escandaloso, durante los veinte años de democracia que llevamos vividos al amparo de la vigente Constitución Española. Ellos mismos se autodefinen como servidores del Estado, aunque fieles a su ancestral vocación política sólo presten una eventual lealtad al Gobierno de turno, promocionando a sus representantes más conspicuos como auténticos espías-¿héroes, gracias al manejo interesado de unas fuentes de información inaccesibles para el periodismo al uso. Sin embargo, nada queda más lejos de la realidad. En este libro se desmitifica a los servicios de espionaje españoles porque, sencillamente, en los momentos clave de nuestra reciente historia nunca dieron la talla. En sus páginas, el lector encontrará personajes y sucesos que parecen increíbles, pero que son ciertos como la vida misma. Esa es la pena y al mismo tiempo la revelación: son reales y, en ocasiones, surrealistas e incluso vesánicos. Enmarcado en clave de humor, y con una referencia constante a la base documental, Los espías de madera descubre tambíén que el submundo de la mal llamada inteligencia lo principal sigue anclado en la clásica conflictividad de pasiones humanas. Y otra máxima que acaso nuestros James Bond de andar por casa han podido olvidar: en los servicios secretos es donde menos secretos hay.