A pesar de las dudas y dificultades que planean sobre la figura de Petronio y la fecha de composición de su obra, el Satiricón continúa siendo una de las composiciones de la Antigüedad que mayor interés despiertan en el lector moderno. Una vez superada la sensación de desconcierto que provoca el estado fragmentario en que nos ha llegado y las dificultades para reconstruir el argumento central, este único testimonio (junto con El asno de oro) del género novelesco en Roma nos depara la cautivadora y dinámica narración en primera persona de las peripecias de Encolpio, un pobre diablo que se busca la vida junto a sus amigos en un mundo lastrado por la corrupción y el libertinaje. Escrita con intención paródica y grandes dosis de comicidad e irreverencia, el Satiricón no escatima detalles, ofreciendo tanto una gran fidelidad al habla coloquial y vulgar de la época, como los pormenores más escabrosos, referidos con crudo realismo. Y todo ello salpicado con pequeñas historias intercaladas de variado género (la transformación de un hombre en lobo, el relato de la «matrona efesia»&). El resultado es una fiel pintura de la vida cotidiana en los albores de nuestra era, que requiere tanta audacia en la lectura como aquella de la que hizo gala Petronio con su redacción.