Han pasado tres años desde que Augusto y Rubén regresaron de la India. Tras superar el duro aprendizaje en el Templo de Hielo, Rubén vive una gran paz interior y está entregado de lleno a su trabajo como psicoanalista. Augusto sigue siendo un rico anticuario, pero siente otra vez la llamada de Oriente y le propone a su amigo un nuevo viaje al país del Ganges, que incluiría también visitas a una escuela de sabiduría en el mar Muerto y a un eremitorio de Sri Lanka, donde cree que se conservan unas tablillas escritas por Maha Kashyapa, discípulo aventajado de Buda.
Rubén rechaza la sola idea de regresar a la India, donde creyó enloquecer, y además teme por la salud de Augusto, quien sufrió un infarto durante su estancia en Calcuta. Pero la insistencia de su amigo le obliga a rememorar su anterior viaje y los días que compartió con Elena, su amada, que sigue viviendo en la India. Además, Rubén se siente atraído por dos cartas que recibe procedentes de allí con una única frase: «La instrucción no ha terminado». Todo ello hará que al final acepte la propuesta de Augusto y ambos emprendan un viaje sin un regreso seguro.
Encuentro digital con Ramiro Calle