Molinos parecen, como antes Tres mil días y un cuervo bien podrían ser la continuación de un mismo libro que intuyo seguirá creciendo, con los años, afilando aún más la destilada luz de lo que es el hombre Juan. Un libro espejo de quien lo escribe, igual que es dividido entre la acción y la contemplación (...)
(...) Mientras estemos vivos tenemos la posibilidad de curiosear por el universo, prendernos con sus matices, asomarnos a la vida siquiera el tiempo necesario para recibir la sacudida de todo, el lujo de la nada.
Desde ahí, Juan nos invita a aprender nuestra discontinuidad, la debilidad de nuestras creencias, el extraño puzzle que es la vida y lo absurdo de pretender que todas las piezas encajen, y a la primera.
(...) insiste así en rozarnos como esa piel de mundo que quisiéramos sin escalofrío. Se alza como libro que emociona, inquieta, hace explotar muchas certezas y, al mismo tiempo, se abre sobre un horizonte de dudas que unas veces es dolor, rabia y desencanto por lo que podría ser y aún no es y, de seguido, sabe también hacerse suma en ese futuro que nos debemos para todos.