«Había cometido muchas tonterías por amor, pero intuía que lo que sería capaz de hacer movida por el odio no tenía límites.» La calma y controlada vida de una traductora se ve perturbada repentinamente por las obras que inicia su vecino de abajo. Sin previo aviso, los golpes de martillos y mazos, el ruido de los taladros y sierras, de ocho de la mañana a ocho de la tarde, lo invaden todo. Ella, una mujer amante del orden y la simetría, que no ha perdido nunca los nervios, ni siquiera cuando su ex marido se lió con su hermana, siente ahora una furia desconocida. Y un hombre, el vecino de abajo, es el causante de todos sus males y del infierno en el que se ha convertido su casa y su vida. Nadie en la faz de la Tierra va a pensar más en él que ella. Un brillo nuevo aparece en sus ojos y un único objetivo va a ocupar todos sus minutos: aniquilarlo. Pero aplastar a alguien es una tarea ambiciosa y absorbente, que requiere su tiempo, múltiples y laboriosos preparativos y algunos cómplices... Con un derroche de ingenio e ironía, Mercedes Abad despliega sus dotes narrativas para seguir el progresivo desquiciamiento de un personaje en cuya existencia ha irrumpido lo imprevisto. Humor desinhibido y artillería fina para apuntar también sobre los artificios con los que se tejen algunas amistades.