Antes, incluso, de su nacimiento, el destino de Ana de Austria, hija de don Juan de Austria, el hermanastro de Felipe II, está decidido: será recluida en un convento. A la edad de seis años, su tutora la conduce al monasterio de Nuestra Señora de Gracia el Real de la Villa de Madrigal de las Altas Torres. Pese a ello, la víspera de su profesión solemne, Ana de Jesús se rebela, negándose a abdicar de su libertad.