Menorca, la más septentrional de las Baleares, quizá la menos conocida, es, sin embargo, una isla llena de atractivos. Posee bellas calas a lo largo de toda su costa, mantiene fiestas únicas como la de Sant Joan, conserva un antiquísimo patrimonio representado en los emblemáticos talaiots, cautiva por la original mezcla de influencia inglesa y mediterraneidad...
Es una tierra de polaridades. Tramuntana y Migjorn son, respectivamente, los nombres populares menorquines que reciben estas dos zonas. Una situada, más o menos, al norte de la carretera que une los dos extremos longitudinales de la isla; ésta es la parte más húmeda y sometida a un viento inclemente. La otra, al sur, es más cálida, y se encuentra algo amparada gracias a los breves y ondulados relieves del norte.