Filip, un pintor en plena crisis creativa que después de la Gran Guerra regresa a su país tras largos años de ausencia, llega a la estación de Kaptol en Zagreb y emprende viaje hacia el norte de Croacia. Allí, en la llanura de Panonia, vive su madre. En ese ambiente marcado por la decadencia de las tradiciones habsburguesas, por el encuentro y el desencuentro entre los distintos pueblos del área danubiana y por los olores y los colores del mundo rural, Filip se abandona al flujo violento e impredecible de la memoria. Sumido en el hastío pueblerino, que agudiza su desarraigo, y atormentado por no saber quién es realmente su padre, inicia una relación con una mujer del lugar. El retorno de Filip Latinovicz, que data de 1932, es el singular retrato de un artista atribulado y el extraordinario fresco de la disolución de un imperio.