Después de dos años y medio de investigación, es patente que alguien ha intentado que, en lo relativo al 11-M, los ciudadanos miremos hacia otro lado. En vez de fijar nuestra atención en lo que explotó en los trenes y en cómo se montaron las bombas, nos han distraído con pruebas que se muestran cada día más débiles. Como en los trucos de ilusionismo, en los que el mago atrae nuestra atención con la mano derecha mientras con la izquierda prepara el mazo de cartas, también en la investigación de la masacre del 11-M hemos asistido a un ejercicio de prestidigitación. Todo lo que se hizo desde un principio estaba destinado exclusivamente a apartar nuestra vista ?y la del juez? de lo fundamental para que nos perdiéramos en tramas falsas y pruebas que aparecen en comisarías en vez de en el lugar de los hechos.
Este libro recopila todas esas mentiras. Con orden y presentando el estado en que las investigaciones se hallan actualmente, se han incluido en el texto tan sólo las cuestiones esenciales, evitando confundir al lector con una avalancha de datos y de nombres. Queda a juicio del lector si la voluntad del autor ha sido cuestionar a alguien o, simplemente, encontrar qué hay de verdad y qué de falsedad en lo que nos han contado desde aquel fatídico 11 de marzo de 2004.