A pesar de ser una de las capitales más pequeñas de Europa, Ljubljana disfruta de la accesibilidad, la tranquilidad y el carácter de las ciudades de provincias, en armonía con la solemnidad y la trascendencia que le confieren su historia y su condición de joven capital.
Quien afirmó que Ljubljana es la "hija párvula de París y Viena" se quedó cortó. Su grandeza se debe al hecho de que es el foco de confluencia de las corrientes centroeuropeas, mediterráneas, balcánicas e incluso de las del Este de Europa. En la actualidad, como toda gran ciudad, Ljubljana se adapta a las exigencias del siglo XXI al tiempo que mantiene su propia identidad, desmarcándose de los "complejos de inferioridad" y superando los avatares sociales sufridos a lo largo de los siglos