La restricción de movimientos y el aislamiento de pacientes es un último recurso al que suele recurrirse cuando se hace necesario controlar conductas violentas o de alto riesgo para la salud o la vida del propio sujeto, el resto de los pacientes internados o el personal que los atiende, cuando otros medios se consideran inaplicables o han fracasado.
Como toda acción sanitaria, la restricción de movimientos y el aislamiento tiene sus indicaciones y sus contraindicaciones. Pero, además, posee una particularidad que la singulariza: salvo casos excepcionales, es un procedimiento que suele aplicarse en situaciones de emergencia y en contra de la voluntad del paciente; lo que exige un conocimiento sobre cómo llevarlo a la práctica para resultar efectivos y mejorar la situación en vez de empeorarla y, también, respetar los derechos constitucionales del enfermo.
La primera indicación de una restricción de movimientos suele gestarse entre el personal de enfermería. Por eso se han promovido procedimientos de capacitación y de información cuyos resultados han redundado en un menor número y de mayor calidad de indicaciones de restricción de movimientos.
Estos hechos sugieren que la existencia escrita de protocolos de actuación y de manuales de uso ajustan la actuación del personal, aumentan las garantías sanitarias de la intervención y garantizan el respeto a los derechos constitucionales de los pacientes.