La luz del sol, los colores de la primavera y la sonrisa de las muchachas en flor resplandecen en el arte de Monet. El arte solemne y sombrío del siglo XVIII se renueva de golpe en la emocionante belleza de la vida, capturada mientras transcurre: después de los impresionistas la pintura ya no será la misma. Monet abre el camino a la pintura al aire libre, marcando durante decenios las páginas más importantes de la historia del impresionismo. Posteriormente, pasando del ruidoso París a la tranquilidad del jardín de Vétheuil, Monet lleva a sus últimas consecuencias, en el brillo del estanque de las ninfas, sus elecciones pictóricas hechas de luz y color, hasta llegar casi a la abstracción.