En la serena y amable vida artística del París de finales del siglo XIX estalla con dramática violencia la ardiente pintura de un joven holandés. Vincent van Gogh transfiere sobre el lienzo, con pinceladas cargadas de color y de pasión, los tonos ásperos y las emociones de una vida breve e intensísima. Pero su arte, una experiencia humana y artística tensa y agitada hasta en el gesto extremo, se confronta con la variedad de las situaciones: los viajes juveniles, el contacto con los mineros, el París de Toulouse-Lautrec, la amistad con Gauguin, el afecto por el hermano Theo, la luz pasmosa de Provenza.