En esta apasionante continuación de Pecados nocturnos, un secuestrador de sangre fría ha estado jugando un perverso juego con la aterrorizada población de una ciudad de Minnesota. Un respetado miembro de la comunidad es encerrado en prisión, acusado de esos crímenes. Pero cuando otro niño desaparece, llevando nuevamente el pánico a Deer Lake, las preguntas aparecen, inevitables: ¿Acaso la policía se equivocó de hombre? ¿O hay acaso una mente aún más perversa detrás de cada movimiento?
La fiscal Ellen North cree estar construyendo su caso contra el hombre indicado, y que este tiene un cómplice en las sombras. Pero cuando es arrastrada a su juego, su papel cambia de cazadora a víctima, y no puede evitar preguntarse si es capaz de enfrentarse sola a su oponente... una mente malvada, culpable como el pecado.