La relación entre hermanos es peculiar: comparten una intimidad, pero esta no ha sido elegida, sino impuesta; están, pues, obligados a quererse, pero al tiempo no pueden evitar ser rivales en el cariño de los padres.
Y ello sucede desde el nacimiento del segundo hijo, es decir, desde la constitución de la sociedad fraternal: el mayor ?en eso se ha convertido- se ve obligado a compartir el cariño de los padres, a percibir que el afecto exclusivo que recibía ahora también se dedica a otro.
Sin embargo, entre hermanos existen unos lazos reforzados por la convivencia, la complicidad, los buenos ratos. Lazos que se ponen a prueba a lo largo de la vida, que sobreviven, o no, a los celos y a la competencia. Problemas como la adopción, la enfermedad de uno de los hermanos o el hecho de que uno de ellos sea particularmente listo, deportista o carismático; situaciones como la separación de los padres, la marcha del hogar o el testamento pueden hacer estallar conflictos latentes por haber sido mal resueltos en el pasado.
En colaboración con Christine Schilte, Marcel Rufo reflexiona en esta obra, apoyándose en casos clínicos, mitos y relatos tradicionales, sobre unas relaciones a veces conflictivas e incluso patológicas, pero que forman parte de la experiencia cotidiana de la mayoría de la gente. Con ello, sin duda, ayudará a convertirlas en más afectuosas, fluidas...en suma, gratificantes.