Tras un primer capítulo dedicado a la fundamentación de un monismo «sui generis», el autor pasa de lo físico a lo orgánico y lo mental, y de lo orgánico a lo social y cultural, mediante la composición de niveles y la continuidad entre ellos; de este modo el mundo de la racionalidad queda conectado con su marco ontológico y epistemológico, escapando a los cortes artificiales a los que suele ser proclive la filosofía analítica.