El argumento de esta novela histórica está basado en el conflicto político-religioso del siglo XII entre Thomas Becket y el rey inglés Enrique II, que acabó con el asesinato del prelado. Meyer configura un sutil marco narrativo para los hechos históricos, haciendo protagonista de la obra a un joven ballestero, que, supuestamente, habría conocido de cerca al arzobispo y al rey, y en cuya boca pone la narración de los hechos. De este modo, el marco es el que sirve a Meyer para plantear la problemática de la intolerancia tanto religiosa como política, al tiempo que acerca al lector a los acontecimientos a través de un testigo ocular, ofreciendo un grado de veracidad mucho mayor.