Un pintor que ha perdido la imaginación, sale sin rumbo fijo, en busca de una solución a su problema. Caída la noche, tras recorrer pasajes solitarios y extraños, se topa con el Último Refugio, un hotel muy particular junto al mar en el que decide descansar. Así, el protagonista observa detalladamente a los demás huéspedes del hotel, sus compañeros de aventura; desde el pirata con pata de palo que no cesa de buscar un tesoro escondido en la arena; el muchacho pescador, que rescata del mar mensajes dentro de botellas; una misteriosa joven enfermiza que nada por las noches como una sirena y cuenta con un admirador proveniente del lejano Oriente; el Señor Gris Grisáceo, que dentro de sus anagramas logra hallar el color en su vida. Así empieza: Una tarde monótona y gris en que me aburría, mi imaginación, aparentemente molesta por ser ignorada, se tomó unas vacaciones... y nunca volvió