Érase una vez una niña hermosa y vivaracha, que con cinco años iba pidiendo a gritos que le buscaran unos padres. Las monjas que cuidaban de ella en el orfanato de Mumbai hicieron lo que estaba en sus manos para darle una nueva familia, y así fue como en 1974 Asha llegó a Barcelona y encontró en los brazos de Josep y Electa todo el cariño de unos padres adoptivos felices y entregados...
Estas palabras, que casi parecen las de un cuento de hadas, resumen las andanzas de Asha Miró y nos hablan de su pasado próximo y del presente, pero había hilos sueltos de su vida que la joven quería atar. De ahí su deseo de viajar a India, sus ganas de preguntar, el afán por saber la verdad sobre sus orígenes. Tras una primera estancia en 1995, Asha volvió el verano de 2003 a Mumbai, y de ahí se fue a Nasik y a otros muchos pue-blos y aldeas, intentando encajar piezas distintas de un puzzle íntimo hecho de caras nuevas y sentimientos hondos, de sonrisas y preguntas, de idiomas extraños y lágrimas de alegría, de manos que se unen en lazos de sangre.
Lo que Asha encontró en India está ahora en su corazón y en las magníficas páginas de Las dos caras de la luna, un libro que nos enseña a buscar y esperar siempre lo mejor de la vida.