Entre cubanos y vascos hay una larga relación y cierta mirada cómplice. Quizás porque los dos, a su manera, son pueblos-isla, tenaces en mantenerse vivos y dignos: primero frente al colonialismo, ahora frente a un uniformismo global, que les exige el cese de su particular rebeldía política y cultural. Los vascos participaron en la independencia cubana negándose a ser reclutados y sufrieron en su propio suelo los mismos jefes militares y tácticas que luego aplicaron en la isla. Este libro es un abrazo más entre dos pueblos hermanos. Sus páginas descubren dos historias paralelas y entreveradas, que parecen buscar un futuro común, planetario pero diverso, archipiélago de islas unidas y solidarias.