Hace tiempo que la homosexualidad dejó de ser un capítulo de la medicina y la psiquiatría, y nadie medianamente informado considera a estas alturas que se trate de una enfermedad. Los primeros intentos por detectar diferencias psicológicas o anatómicas entre heterosexuales y homosexuales, y por encontrarle a la homosexualidad una causa o, peor, una «cura», estuvieron motivados por prejuicios y animadversiones. Casi todas las teorías surgidas de aquellos intentos han sido ya suficientemente desmentidas. En años recientes, sin embargo, una nueva clase científica, estimulada por los avances de la ingeniería genética y las neurociencias, ha hecho descubrimientos que apuntan a la posibilidad de que la orientación sexual esté, al menos en parte, escrita en nuestra biología. Pero también es cierto que en culturas y sociedades donde no se condenan los actos homosexuales parecería darse una confirmación de las ideas de Freud acerca de la bisexualidad innata de todo ser humano. En su faceta de divulgador científico, González de Alba, haciendo amenos y accesibles los descubrimientos de la ciencia, la antropología y la psicología en torno a las diversas expresiones de la sexualidad, defiende el papel del conocimiento en la creación de un mundo en el que convivan heterosexuales sin fobias, homosexuales satisfechos y bisexuales sin desgarramientos.