España, prolegómenos de la Guerra Civil. Una vieja familia de la aristocracia -y, con ella, toda una sociedad verdaderamente podrida- camina hacia su fin en un abigarrado cortejo, en medio de la explosión de las bombas y el aturdimiento de su sangre fatigada sobre los uniformes y las ropas del bautizo...
Si José Luis de Vilallonga ha escogido para su título el movimiento en el que el "tempo" se acelera, la sinfonía del destino de esa sociedad figura en esta obra en su totalidad: "largo" al principio, para acabar en la apoteosis concreta del crepitar de los fusiles y el "presto" de la muerte. Porque tal es la mecánica social y humana que sólo puede ser una virtud para estos seres: el arte y el honor de bien morir, lo cual hacen alegremente. Pero este "allegro bárbaro", que alienta en todo el libro, arrastra igualmente al lector. La trama adquiere así una desmedida amplitud, a causa de la sombría violencia de la orquestación, pese a que el autor, con mano firme, domina la ferocidad natural del movimiento.