Los poetas aquí antologados tiene en común el hecho de considerarse herederos de los lenguajes de la modernidad, así como partícipes de un diálogo fértil con ciertas voces poéticas más o menos excéntricas posteriores a la Guerra Civil. Estos jóvenes autores saben que los múltiples y enriquecedores lenguajes de las vanguardias no son ni deshumanizados ni fantasiosos, todo lo contrario. Propugnan una nueva humanización, puesto que hablan de la despragmatización del espíritu y del lenguaje; son, en rigor, más realistas que los sedicentes realistas porque intentan hacer que el hombre pueble su imaginación con un deseo verdaderamente social y porque, con Lautréamont, creen que la gran poesía deberá ser hecha por todos.?