Es un país tan grande y rico como la voluntad de su gente, pero durante muchos años ha vivido bajo el peso del mal gobierno y la corrupción. Ahora el gigante ha despertado: por fin, Brasil puede permitirse el lujo de soñar con un futuro mejor, sin hambre y sin violencia, con unas oportunidades de desarrollo que no impliquen la rendición absoluta a las leyes del capitalismo salvaje. El arquitecto de este sueño se llama Luiz Inácio Lula da Silva, un hombre que durante mucho tiempo trabajó como tornero en una fábrica y desde hace pocos meses ejerce como máximo responsable del gobierno. Su despacho ahora está en Brasília, pero su sentir más hondo es el mismo que le guiaba cuando sus primeros pasos en la lucha sindical: lo que importa es la gente, y lo que cuenta es saber negociar con esa mezcla de entusiasmo y sensatez que convierte una idea en un hecho.
Ése es el retrato de Lula que los medios de comunicación han ido perfilando, pero ¿qué hay de la realidad? Ana Tortajada y Natza Farré han viajado hasta Brasil para entrevistarse con miembros distinguidos del gabinete del presidente y para hablar con la gente de la calle: desde Brasília hasta San Salvador de Bahia, y desde la moqueta de los despachos de altura hasta el barro de las favelas y los asentamientos de los sin tierra, los comentarios de unos y otros se recogen en las páginas de Por fin, Brasil, un libro tan fascinante como la realidad de un pueblo que ha hecho de la esperanza un deber de todos.
«No va a ser fácil, pero... ¿cuándo hemos tenido nosotros algo fácil?»
LUIZ INÁCIO LULA DA SILVA