Anastasio Ovejero analiza críticamente las dramáticas consecuencias sociales que con frecuencia ha tenido la aplicación social de los tests de inteligencia, en concreto los de cociente intelectual (C. I.), y lo hace con la explícita intención de contribuir a que la Psicología se ponga al servicio de las personas y los pueblos más que al servicio de los grupos dominantes, para lo que resulta más que conveniente cambiar radicalmente el concepto de inteligencia, tal como ya están proponiendo muchos psicólogos.