El 12 de abril de 1555 fallece en Tordesillas doña Juana de Austria, mal llamada la loca, tras permanecer recluida durante 46 años en la sombría fortaleza castellana.
Su rígida y austera educación hizo mella en su carácter melancólico y reservado. La ausencia de diálogo y de comprensión por parte de sus padres, los Reyes Católicos, y las exigencias del comportamiento protocolario generaron en ella una tensión emocional que la indujo a buscar refugio en la soledad.
Esta obra es la crónica novelada en primera persona de la vida de esta archiduquesa que se pregunta continuamente, con dolor, el porqué de su triste y azarosa existencia, a la vez que un retrato de las intrigas y conspiraciones que se urdieron en torno a ella.