El pensamiento occidental es fruto de una elección que tiene lugar en grecia, y cuyos vestigios inaugúrales se sitúan en la ciudades griegas del asia menor, durante el siglo vii antes de nuestra era. Allí, por vez primera, comienza a soñarse con la posibilidad de un discurso sistemático y de validez universal, intentando, en todo momento y ante cualquier auditorio, dar cuenta de todo lo real. Los pensadores presocráticos irán ofreciendo, pieza a pieza, diferentes vías de acceso a este discurso del logos. Contradiciéndose o complementándose, compondrán un fresco abigarrado de los paisajes de nacimiento de nuestra racionalidad. Así, volver la vista a los pensadores presocráticos es también intentar una vía de acceso a ese momento en el que se sientan las condiciones de posibilidad de la razón occidental.