A lo largo de su vida, Luis Izquierdo urdió una obra poética genuina y rigurosa, deslindada de corrientes y modas, que se cuenta entre las aportaciones más brillantes a la poesía española del último tercio del siglo XX. En No hay que volver se dan cita, con un dominio pleno del oficio y a través del filtro apasionado de su inteligencia, todas sus obsesiones. Este volumen constituye, de algún modo, un lento viaje por los escenarios de la memoria del poeta y de la literatura del siglo XX, un diálogo con Brodsky, Gabriel Ferrater o Kafka, sin olvidar, como es habitual en su obra, un saludo a artes paralelas como la pintura -Hopper o Paul Klee- o el cine, esa ventana en fuga abierta sobre el muro de la posguerra. La guerra civil o el ejercicio de la docencia conforman asimismo las líneas de identidad del libro, en cuyos poemas es decisiva la mirada que, entre el humor y la reflexión crítica, registra la fugacidad indeleble de la vida, provisional y solo recuperable en la atención acendrada de los versos.