El sujeto ético no es un sujeto en el que la razón proporciona ciertas creencias y la voluntad aporta los deseos, sino un sujeto con determinada sensibilidad, un sujeto que ve cierto tipo de hechos y actúa motivado por esa percepción. Ello no quiere decir que no pueda producirse ocasionalmente un desajuste entre percepción y motivación, ni que la motivación moral pueda siempre sobreponerse a cualquier otro tipo de motivación, sino que existe una conexión constitutiva entre la percepción de ciertos rasgos morales de una situación y la motivación a actuar de un modo u otro. Sólo en atención a circunstancias excepcionales podremos entender que alguien nos diga que los crímenes cometidos por los nazis son moralmente repugnantes pero que no siente la más mínima inclinación a hacer algo que pueda contribuir a evitar que se repitan o a que los culpables sean debidamente juzgados.