Primer libro de Francisco León, el poema parece surgir de una radical tensión entre palabra y mirada. Ver y decir (cartografiar) ese inasible instante en que el espacio, la tierra, hace visible su mitología secreta, su mitología de la luz, como escribió Odeseas Elytis. Este proceso, dicen estos poemas, sólo es posible si el lenguaje se haya radicalmente atento y abierto a la instantaneidad y sus signos, a ese tiempo sin tiempo en el que otro mundo, acaso aterno, se nos revela de súbito. Conocimiento y visión, así, pues, se pliegan aquí para dibujar una cartografía verbañ, sí, pero también, una cartografía anímica, de la isla y su luz.