A la población donde trabaja el inspector jefe Wexford llega un aspecto del progreso particularmente indeseado: una carretera de circunvalación que, al margen de los beneficios que cause, provocará un daño irreparable al entorno. Así pues, las obras avanzan, pero al tiempo arrecian las protestas ecologistas.
La situación se vuelve particularmente tensa cuando desaparecen cinco personas de la población, entre las que se encuentra Dora, la mujer de Wexford. Los raptores, que se dan el nombre de Planeta Sagrado, exigen la suspensión de las obras a cambio de la liberación de los secuestrados.
Poco a poco, sin embargo, van apareciendo los rehenes: primero la mujer de Wexford es liberada, y de los restantes, una persona es encontrada muerta y otra se pasa al grupo radical. Queda por conocer el paradero de otras dos y, sobre todo, falta localizar a los responsables del grave delito...
A caballo entre la novela de intriga, la reflexión ecologista y la crítica política, Carretera de odios es una obra casi perfecta, de tensión siempre medida, capaz de atenazar al lector hasta su sorprendente final.
Otro caso del inspector Wexford