Si fuera necesario definir al Defensor del Pueblo con un nombre y un semblante, éste se asemejaría, sin la menor duda, al de un paladín de los derechos y libertades en la sociedad moderna, que emerge con claridad como una de las tendencias del Derecho Constitucional contemporáneo. Ha sido, precisamente, la constatación de las deficiencias mostradas por el control judicial y parlamentario ?ello unido al desmesurado crecimiento de la Administración Pública después de la Segunda Guerra Mundial? lo que ha propiciado el caldo de cultivo necesario para que una institución como la del Ombudsman ?en España, denominado Defensor del Pueblo? emergiera con fuerza en la cultura moderna, demostrando que puede superar con creces las graves deficiencias mostradas por los tradicionales medios de control.