'Londres' es una novela intencionadamente corta; Barral ha luchado con la facilidad que tiene para escribir, que quizá le venga de la práctica del periodismo, para moverse en torno a un solo efecto que golpea al lector con la eficacia de una buena metáfora. Porque Londres no es ni más ni menos que una historia de amor y desarraigo. Héctor, emigrante español en Londres, busca amor y trabajo en oficinas de empleo clandestinas desde las que se ve el mundo desde el otro lado. Encuentra las dos cosas: un hotel en el que servir desayunos y hacer camas y una muchacha, Marlem, que procede de uno de los muchos suburbios que se están construyendo en Europa. A través de ellos accede el lector a un reportaje novelado del metro, de las calles, de las habitaciones inmundas de esa ciudad, en otros tiempos mítica, llamada Londres. Los estados de ánimo del personaje Héctor son en realidad el símbolo del paisaje urbano descrito como ?una hemorragia de carne vestida que correteaba por las inmediaciones de los andenes?.