El periodista e historiador holandés Geert Mak sostiene que hay dos tipos de holandeses: los excavadores de diques y granjeros que centran sus vidas en una pequeña parcela de tierra, y los marineros y colonizadores que miran hacia el horizonte y lo que hay más allá. Pues bien, los amsterdameses pertenecen al segundo. Nunca han tenido miedo de sacar la cabeza ni de verse envueltos en una situación difícil. Y eso es precisamente lo que hace de Amsterdam una ciudad tan enloquecida e inspiradora.