El autor regresa, una vez más, a su tema favorito, la recreación en otro tiempo y otro lugar de una narración popular para sumergirnos en los apasionados sentimientos y emociones de un chico que se enfrenta al derrumbamiento de su infancia, junto con el del mundo que le rodea. La historia transcurre en una gran ciudad, atenazada por la pobreza y conmovida por el brutal avance del nacismo. Un chico es testigo de sucesos, tan desmesurados como inclasificables, que podrían interpretarse como un indicio de que el pueblo judío ha encontrado un defensor excepcional: un colosal gigante, dotado de una fuerza titánica, que trae de cabeza a las SA alemanas. Un cuarto de siglo más tarde, en una confitería de Buenos Aires, escuchando su sorprendente historia, un escritor, al que todos conocemos, asegura que determinados hechos no dejan de producirse jamás. Lo que se vivió en los años treinta, probablemente haya ocurrido antes y posiblemente, continúa ocurriendo en nuestros días. ¿Cómo, si no, ciertos acontecimientos han dejado tanta huella a lo largo de los siglos?
