Poder contemplar el mundo a través del tiempo, de la memoria, de los personajes, de la nostalgia, de los ritos, de las campanas, de los olores, de la luz de una ciudad tomada como medida del universo, es indudablemente un lujo. Un lujo literario que algunas veces se puede uno permitir entre la urgente escritura de los papeles diarios.
Afortunadamente he podido a lo largo de los años darme ese lujazo de escribir sobre mi ciudad como una manera de contemplación del tiempo y del espacio, aplicando los principios de la geografía literaria de Fernando Villalón: "El mundo se divide en dos grandes partes, Sevilla y Cádiz".
En este libro que nuevamente ve la luz de la tierra en que nació van reunidos mis cien "recuadros" más queridos y clásicos, como memoriales de un mundo quizá de ficción literaria, al que me permití el lujo (o tuve la osadía) de ponerle por nombre Sevilla.
Antonio Burgos