El lenguaje en el que el pensamiento se expresa no es sólo un medio o instrumento que refleja un pensamiento ya constituido, sino que es parte fundamental del mismo pensamiento. Así pues, para hacer justicia de la riqueza expresiva del texto orteguiano, es preciso salir de la categorización racionalista, abandonar la ratio, y acercarse a otro modo de pensar, capaz de acoger no sólo la «verdad», sino la «verdad-belleza», en la inescindible unidad que el texto propone.