En este ensayo, Florentino Blanco analiza algunas de las consecuencias culturales de esa situación paradójica en la que la psicología académica parece estar atrapada desde sus mismos orígenes: la mente (el sujeto) es el único objeto conocido que se ha propuesto analizarse a sí mismo. Esta paradoja ha hecho de la cultura psicológica una cultura crítica. La crisis de la psicología no es un estado provisional en el camino hacia la madurez epistemológica. La crisis es, más bien, el estado natural de la psicología. O lo será mientras el propio sujeto esté condenado a la diversidad.
La historia de la psicología es la crónica cultural del sujeto psicológico, el sujeto que hace posible nuestra forma de vida. La psicología se hace viable en nuestra cultura participando racionalmente en el debate sobre los límites de la subjetividad. Así que la psicología sólo puede dejar de estar en crisis en una sociedad medieval, una sociedad capaz de estabilizar las imágenes del sujeto en el espejo de la historia. Por eso, el cultivo de la mente, la obsesión por pensarnos como sujetos, es tal vez la tarea más densa y fascinante a la que se ha entregado el hombre moderno.