A punto de cumplir los treinta, Harry lo tiene todo: una mujer atractiva, un adorable hijo de cuatro años y un trabajo bien pagado en el mundo de la televisión. Pero un día, de la noche a la mañana, su idílico mundo se desmorona. Su mujer se larga nada menos que a Japón y Harry, de repente, tiene que asumir la cruda realidad: ahora es un padre soltero. O sea, ha pasado de la maravillosa teoría a la fatigosa práctica cotidiana: ¿Cómo conseguir que el niño se deje lavar el pelo sin inundar la casa?