En las décadas posteriores a la crisis de 1930 los azucareros cubanos esgrimían la fórmula que titula este libro para defender sus posiciones en política comercial y económica frente a los productores industriales, que reclamaban protección arancelaria y otros incentivos, aduciendo que "sin industrias no hay nación". El conflicto entre estas dos fórmulas productivas hunde sus raíces en las postrimerías del siglo XVIII, sintetizándose en la conocida sentencia "producir azúcar o sucumbir".