Fue en la cárcel, con cuarenta y tres años, donde escribió la mayor parte de su obra, prohibida tras su martirio en la cruz en 922. Se trata, por tanto, de una obra de madurez en la que se hayan los ecos del gran poeta abbasí Abu Nuwás y de cuyo estilo y universo simbólico se alimentaron los místicos islámicos posteriores.