Hatasu aún no ha conseguido que todos los estamentos de la política egipcia la acepten como nueva faraona, pero es una mujer hábil que sabe emplear sus armas, y la etapa de esplendor que está viviendo Egipto, tanto dentro como fuera de sus fronteras, es un elemento a su favor.
Sin embargo, nadie está libre de verse expuesto a la acción homicida de una pareja de asesinos fanáticos.
El caso al que se enfrenta en esta ocasión el juez Amerotke puede tener graves consecuencias políticas, por lo que, además de su ya conocida sagacidad, deberá dar muestras también de su discreción.