Este libro de Heinrich mann es como el herbario del hombre alemán. En sus páginas se muestra al completo: en sus ansias de mandar y obedecer, en su rudeza y en su religiosidad, en su adoración del poder y en su inefable cobardía civil.
El libro muestra un fragmento de la vida de un alemán: Diederich Hessling, hijo de un pequeño fabricante de papel, que crece, estudia en la universidad y es miembro de una asociación de estudiantes; le llega el tiempo del servicio militar y logra librarse de él, hace su doctorado, asume la dirección de la fábrica paterna, se casa con una mujer rica y tiene hijos. Pero no se trata aquí solo de Diederich Hessling o de un simple ejemplo. Se trata del emperador, tal como era y como encarnación de la concepción alemana del poder:he aquí a uno de esos cientos, miles de pequeños reyezuelos que vvieron y viven en Alemania, leales al ejemplo del emperador, señores completos y completos súbditos.