Al final de su autobiografía, Feyerabend cuenta que había programado su «desvanecimiento profesional» escribiendo un último libro «sobre la realidad». Había de tratar sobre el nacimiento y papel de las abstracciones, y de la estabilidad y «objetividad» que parecen llevar consigo cuando, en realidad, «estrechan la visión de la gente y su manera de estar en el mundo». Su intención era hacerlo «de una manera sencilla», es decir, «en una historia» y no mediante una siempre reductora «exposición sistemática»; «...haciendo hincapié --decía-- en la ambigüedad esencial de todos los conceptos, imágenes y nociones que presuponen un cambio. Sin ambigüedad no hay cambio nunca». Programar parece ser un modo de la inevitable búsqueda de la armonía. Pero la enfermedad que envió por delante la muerte no avisó. Feyerabend nunca escribió aquel libro. Pero está claro que estas conferencias tridentinas de 1992 se basan en el material de aquel proyecto y posiblemente pueden considerarse su esbozo. Ir a Trento a insistir en el rechazo de todo dogmatismo es bastante feyerabendiano.
