En estos Perfiles del Guinardó, Olegario Sotelo Blanco vuelca con fidelidad de retratista la memoria colectiva que ha ido conformándose en las últimas décadas entre los antiguos y los nuevos vecinos del entrañable barrio barcelonés. Dicho en palabras de Juan Marsé, prologuista del libro:
«Se trata de un homenaje a un paisanaje, a una geografía urbana que se renueva y a unas formas de vida y de relación, lúdicas o laborales, algunas ya desaparecidas o en trance de desaparecer, que han albergado las cuitas de un vecindario que luchó por la vida en épocas de penuria, en algunos casos, y que tal vez por ello conoció y practicó unas formas de convivencia que la memoria de los ancianos suele considerar más cálidas que las que predominan hoy, más solidarias y más entrañables.»