Los tiempos actuales son de globalización y multiculturalismo, pero ¿estamos
preparados para ello?, ¿hemos aprendido a ser tolerantes?, ¿contamos con la
ética universal necesaria para un mundo distinto?, ¿puede el humanismo
significar algo más que una vaga disposición benevolente hacia el prójimo?
En este brillante ensayo son muchas las preguntas que encuentran respuesta. Una
respuesta lúcida, sólidamente argumentada, que nos sitúa ante nuestras propias
«lacras» -las guerras, el fanatismo, la pobreza, el desastre ecológico- y que
anima a encontrar un nuevo lenguaje de la dignidad humana: el que nos permitirá
ponernos en el lugar del otro, sentir compasión, llamar nosotros a quienes eran
ellos y, en definitiva, respetar y ser respetados.
Como afirma la autora de este libro, «porque ahora el cosmopolitismo no es una
opción individual moral, sino una realidad, se quiera o no, tenemos el deber de
ser internacionalistas. Tenemos la obligación inexcusable de pensar
globalmente».